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EL SONIDO DE TU CABELLO

EAN 9788491818731
Número en la colección: 737
Peso 552
Páginas 456
Tamaño 14.5cm X 22cm

Producto agotado

18,50 €

Amanece en las tres mil viviendas, Sevilla, uno de los suburbios más peligrosos de Europa. De la iglesia evangélica, acordonada por los antidisturbios, salen

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Amanece en las tres mil viviendas, Sevilla, uno de los suburbios más peligrosos de Europa. De la iglesia evangélica, acordonada por los antidisturbios, salen los operarios del anatómico forense empujando una camilla con el cuerpo torturado y mutilado de una joven. La inspectora Perpetua Carrizo, a cargo de la investigación (y responsable de otra búsqueda, a vida o muerte, que no figura en ningún registro), se adentra en el barrio, ante el gesto preocupado de sus compañeros. Set Santiago, un abogado que tras cumplir cinco años de prisión sobrevive gracias al turno de oficio y efectuando cobros para un prestamista, debe ocuparse de la defensa del presunto asesino enfrentándose a Sacramento, la abogada que ejerce la Acusación Particular.Una brillante mirada escénica y un conjunto de personajes de gran potencia narrativa completan un engranaje endiablado que se mueve entre Sevilla y Ciudad Juárez, y tiene como trasfondo décadas de feminicidios sin resolver, talleres clandestinos, supermercados de la droga y mucha ambigüedad moral. A la sombra del "muló", el espectro de los gitanos, que vuelve a la vida para resolver cuentas pendientes.Juan Ramón Biedma, autor reconocido con los principales galardones de novela negra, ha ganado el XXI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones con "El sonido de tu cabello", la más policíaca y fatalmente romántica de sus narraciones.«Elegante a la hora de mostrar la perversidad del mundo. Cuando uno lee a Biedma sabe que está ante otra cosa.» Carlos Augusto Casas, PÚBLICO«En cuanto vio al hombre más allá de la barrera del motel supo que la estaba esperando; intentó adivinar si daba buena o mala sombra, su vieja maña para detectar a los desconocidos poco fiables, pero el sol se quitó de en medio cuando más lo necesitaba, así que siguió su camino y, ya en la calle, se dejó mirar largamente mientras se dirigía a la parada del autobús, también ella sin sombra, perdiéndose en la tarde del desierto.»

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