Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Si humor es igual a tragedia más tiempo, ¿cuál es la fórmula matemática de los "ranciofacts"? ¿Cuánto tarda un lugar común en convertirse en rancio?En 2
info
Si humor es igual a tragedia más tiempo, ¿cuál es la fórmula matemática de los "ranciofacts"? ¿Cuánto tarda un lugar común en convertirse en rancio?En 2020 hemos aprendido muchas cosas, y entre ellas, que a rancios no nos gana nadie. Mascarillas con mensaje, conspiraciones de chichinabo, diyeis de balcón con insufrible y atronador gusto musical... Si algo sabemos con toda seguridad es que de esta pandemia quizá no salgamos mejores ni más fuertes, pero sí más rancios."Aquí sufriendo" es un testimonio de un año marcado por el coronavirus, pero también un glosario de todos los comportamientos revenidos y toda la cochambre comunicativa que nos asalta y campa a sus anchas en las cenas familiares, por aficiones como la pesca o la caza, o en cualquier grupo de WhatsApp. Pero, cuidado, no te rías: rancios somos todos.